Al fin, ¡nuestro último dÃa de campo! Después de cuatro meses de caminar trece kilómetros cuadrados, hemos finalmente concluido esta primera etapa del reconocimiento de superficie. El mismo incluyó la recolección de todos los materiales arqueológicos por montÃculo y de las concentraciones de los mismos. Por otra parte, elaboramos los mapas de todas las estructuras utilizando dispositivos GPS. La densidad de las evidencias es tan alta (trescientos montÃculos por kilómetro cuadrado, aproximadamente), lo que nos obligó a extender la temporada por dos meses. Esta densidad crea muchos interrogantes, ya que la cantidad de los materiales recuperados en superficie, en comparación, es muy baja, lo que normalmente indicarÃa ocupaciones cortas en contraste con una alta inversión arquitectónica.
Anoche, Jonathan y yo estuvimos platicando acerca de este tema. Acordamos que entendiendo las razones que llevaron a las comunidades a asentarse en la región nos puede echar luz sobre este tema. Para ello, estamos analizando las diferentes ventajas del ambiente, tales como la agricultura de algodón, los suelos calcáreos, la fauna, entre otros. Sin embargo, el agua es escasa, ya que el rÃo Los Pescados se encuentra a 3-4 kilómetros al Sur. Existen muchos arroyos pero los mismos sólo se activan durante la temporada de lluvias, quedando secos el resto del año.Necesitamos más investigación documental y discusiones, asà como un reconocimiento de superficie más extensivo para poder responder a estas preguntas.
De todas formas, ahora nos vemos rodeados de miles de tepalcates, artefactos lÃticos, un laboratorio un tanto desordenado que clama por orden, asà como preguntas que sólo podrán encontrar respuesta una vez que la información de campo haya sido procesada y los materiales analizados. Los estudiantes nos han “abandonado†puesto que el semestre ya dio comienzo, por lo que también debemos re-estructurar el trabajo. Mientras tanto, nos dedicaremos a celebrar el fin de la temporada.